Te condeno a buscar, errático, mis ojos en otros rostros.
Te condeno a vivirme en tus recónditos rincones, en esos donde sólo cabes tú.
Te condeno a comparar mis besos en otros labios.
Te condeno a extrañarme, a necesitarme algún día, a saberte mío.
Te condeno a repetirme.
martes, 17 de abril de 2012
sábado, 7 de abril de 2012
Algún día
Quizá algún día entiendas que éste cuerpo inútil es tuyo; tal vez no sirva de mucho, pero te pertenece.
Que mi voz sólo habla por ti, quizá nunca la escuches, pero gritaría si tú así lo quisieras.
Algún día entenderás que mis ojos serán ciegos, hasta el día en que te vean; mi piel insensible hasta el día en que me toques.
Que mi memoria guardará tan sólo tu recuerdo.
Que mi corazón sólo sabrá amarte a ti.
Que mi voz sólo habla por ti, quizá nunca la escuches, pero gritaría si tú así lo quisieras.
Algún día entenderás que mis ojos serán ciegos, hasta el día en que te vean; mi piel insensible hasta el día en que me toques.
Que mi memoria guardará tan sólo tu recuerdo.
Que mi corazón sólo sabrá amarte a ti.
miércoles, 4 de abril de 2012
Incendios
El siguiente, es un cuento, mejor dicho un sueño que tuve hace más de diez años. Antes solía tener sueños muy extraños, los cuales , acostumbraba escribir al día siguiente para convertirlos en cuentos. De ahí surgió una pequeña compilación llamada: "Cuentos para no dormir", debido a que éstos sueños involucraban demonios, sufrimiento, guerra y muchas cosas que normalmente perturbaban mis horas de sueño.
La mayor parte de las veces, no entendía por qué había soñado lo que había soñado. Quise alguna vez entregarle ésta compilación a alguien que le pudiera dar un significado, una interpretación, pero perdí todos mis cuentos, todos mis sueños con el paso de los años.
Hoy, encontré un cuaderno viejo, donde tenía el borrador original de "Incendios". Un sueño triste, que hoy, después de tantos años, al fin logré descifrar.
Nos reunimos después de aquella guerra a la que por suerte sobrevivimos los tres; como siempre juntos: Luis, Beatriz y yo. Solo que ahora no sabíamos hacia dónde ir.
No supe bien lo que queríamos o a dónde nos habíamos de dirigir; tan sólo sabíamos que teníamos que buscar algo.
Íbamos sobre una desolada calle, llena de casas y construcciones relativamente nuevas, pero un tanto destruídas, olvidadas. Caminamos hacía un edificio en el que todo debía comenzar.
Subimos por una larga escalinata hacia la azotea, buscamos desesperados debajo de lavaderos polvosos y grises. Había cajas apiladas que movimos y abrimos cada una para ver su contenido. Era inútil. Ahí no estaba lo que buscábamos. Así que decidimos separarnos para que así fuera más efectiva la búsqueda.
Cada uno tomó su camino en direcciones opuestas, yo me dirigí hacia unos cuartos oscuros, con la esperanza de encontrar algo, pero antes de que pudiera comenzar, escuché la voz de una mujer que justamente estaba hablando mal de mí.
Tenía una voz extraña y chillona, lo que me obligó a ver su cara: la voz correspondía a una mujer obesa de rasgos toscos y desagradables, que estaba vestida de enfermera.
Hablaba con otras dos enfermeras delgadas a las que no les pude ver la cara porque me estaban dando la espalda. La mujer obesa les decía que yo era una estúpida y que nunca lograría encontrar lo que buscaba.
Ya no quise prestarle atención, tan sólo sabía que tenía que encontrar algo rápidamente, no sabía qué, pero sabía que no había tiempo; así que preferí ignorarla y continuar.
Recorrí algunos de aquellos cuartos grises, pero todos estaban vacíos; a los pocos pasos me topé de frente con una enfermera muy atractiva que me tomó de la mano y me condujo al que ella aseguraba, iba a ser mi cuarto.
Llegamos a una pequeña habitación donde había tan sólo dos camas, una estaba ya ocupada por una mujer recostada a la que nunca le vi la cara y la otra estaba destinada para mí.
-Ponte tu bata y recuéstate, te voy a tomar la presión- me dijo.
En ese momento entraron otras dos enfermeras; una de ellas, se quedó atendiendo a la paciente de al lado y la otra cerró la cortina que dividía una cama de la otra, al tiempo que me decía que iba a tomar mi temperatura. Yo sólo pensaba que las dos eran muy amables, no como las otras tres que hablaban a mis espaldas en la azotea. En eso estaba yo, cuando una de ellas comenzó a acariciar mi cuerpo, mientras la otra me besaba con una avidez inexplicable, como si en mis labios estuviera el elixir de la vida.
Yo sabía que no había tiempo qué perder, sin embargo ya no era dueña de mis actos, estaba a merced de la voluntad de aquellas dos hermosas mujeres que seguían tocando y recorriendo mi cuerpo con sus lenguas.
Me sentía completamente extasiada, no podía más, la pasión brotaba por mis poros; gritaba y jadeaba. De pronto, sentí un líquido caliente salir de dentro de mí, el cual ellas bebían, luego se besaban.
Terminamos exhaustas las tres, ni siquiera sabía cuánto tiempo había pasado, ni siquiera recordé que había otra mujer en la cama de al lado. No me importó. Sólo me importó sacar a flote mis pasiones, apagar mi incendio interno.
-Tienes que irte- dijo suavemente una de ellas.
-Si, tu temperatura y tu presión están ideales- agregó la otra sarcásticamente, al tiempo que se acercó a mí y me dijo al oído: "quisiera que en mis besos pudieras encontrar lo que tanto buscas".
Acercó su boca a mis labios aún temblorosos y me besó por última vez.
-Se te hace tarde, por favor vete- dijo sin titubeos.
Me vestí y me marché de ahí.
Al salir, me di cuenta de que ya no estaba en el edificio, me encontraba ahora a las orillas de lo que en otro tiempo había sido un riachuelo, que ahora era un sucio canal de aguas negras con pastizales secos en los bordes. Seguí caminando y al poco rato encontré a Luis y a Beatriz muy agitados. Ella me dijo que habían fracasado en su búsqueda y preguntó si yo había tenido suerte. A lo que respondí apenadamente que no, sintiendo una vergüenza y una culpa enormes por haber ocupado mi tiempo en otras cosas.
Justo estaba pensando en qué sería lo que teníamos que encontrar, cuando Luis dijo con voz entrecortada:
-Ya no importa, vámonos rápido porque tenemos que alcanzar el autobús-.
Caminábamos con prisa, yo noté que Luis sudaba demasiado, perdía las fuerzas, pero no dejaba de caminar.
Ellos se adelantaron unos pasos, mientras yo caminaba confundida detrás de ellos, cuando de repente vi en el suelo un frasco de forma piramidal que tenía en su interior, un líquido con unas hierbas muy extrañas. Lo levanté creyendo que eso era quizá lo que tanto buscábamos, pero al momento de tenerlo entre mis manos, tuve un fatal presentimiento: sino soltaba aquel frasco en ese mismo momento, me iba a estallar entre las manos. Lo lancé al canal y de inmediato se levantó una gran columna de fuego que comenzó a incendiar los matorrales. Luis se sobresaltó y sólo acertó a decir:
-¡Corre, corre lo más rápido que puedas y ayúdame!-
Él estaba a punto de desfallecer y mientras Beatriz peleaba para alcanzar el autobús, yo abracé a Luis y lo llevé a cuestas. Con mucho trabajo lo subimos al autobús y lo senté junto a mi.
Yo no había notado que Luis estaba muriendo, pero en ese momento comprendí que lo que buscábamos, era un poquito de vida para él. Me invadió la tristeza y lo abracé con la esperanza de que mis brazos le devolvieran el calor de su cuerpo, con la ilusión de encontrar eso que anhelaba.
Me miró a los ojos y sólo alcanzó a decir:
-Te prometo que algún día volveré para apagar juntos los incendios*-
Cerró los ojos y murió entre mis brazos.
Ahora comprendo que el único incendio que apagamos, fue el que ardía en el interior de su alma.
(*Apagar los incendios: era una especie de broma, entre Luis y yo, sobre los incendios forestales)
Luis, es mi hermano. Al que más quiero. Él era una persona muy activa, le gustaba la música, bailar. Por un tiempo, él y Beatriz fueron mis mejores amigos, no salía más que con ellos. Pero un día el destino le cambió la jugada a Luis y lo mandó lejos de mi, con una pena y una tristeza embargándole el alma, mismas, que no conocimos hasta muchos años después. Con una enfermedad que lo consumía, pero que decidíó callar, por pena, por miedo.
Éste cuento lo escribí, mejor dicho, éste sueño, lo tuve mucho antes de conocer esa pena de su corazón.
Hoy que encontré el cuaderno, entendí que quizá él me contó toda su verdad en éste sueño. Hoy comprendo que tuve esa visión, sobre su homosexualidad, sobre el SIDA que lo atacó, sobre el desahucio que le dieron los doctores.
Me enteré de su enfermedad en el año 2004, dos años después de haber escrito éste sueño, al que por cierto dejé olvidado no sólo en el cuaderno, sino en mi mente. Cuando lo supe, él ya estaba desahuciado, Como pude conseguí dinero para ir a despedirme de él a Tijuana. Cuando llegué el panorama fue desolador: el hombre lleno de alegría y música, se había convertido en un esqueleto casi sin vida que no me reconocía. No me importó, tomé su mano y le dije que lo amaba. Le leí una carta que le había escrito. Lo fui a ver dos días más y tuve que regresar.
Lo desahuciaron otras dos veces más, los doctores decían que ya sólo quedaba esperar. Eran días a la espera de un final o de un milagro. Un milagro que sigue vivo. Al que contra todo pronóstico médico, logró aferrarse a ésta vida. Al que veo sonreir cuando ve a mis hijos. Al que le llamo de vez en cuando para contarle chistes que lo hacen tan feliz, aunque los olvide a los diez minutos, porque su vida, su memoria y su salud, jamás van a ser lo de antes, pero no importa, yo tengo a mi milagro vivo.
sábado, 31 de marzo de 2012
Para llenar mis vacíos
Hay en mi vida un lugar vacante,
hay un espacio donde caben los días.
Tengo sitio para bienvenir,
tengo un lugar por ocupar.
Hay aquí entre éstas cuatro paredes,
espacio dónde acomodar interminables pláticas.
Poseo en estos ansiosos labios,
una bodega para besos.
Tengo en ésta ávida piel,
la temperatura para unas manos.
Sobra aquí en esta cama,
un área ni muy grande, ni muy pequeña.
Llevo a diario en mis ojos,
un espejo para miradas.
Guardo entre mis brazos,
un espacio donde cabe la eternidad.
Atesoro en mis oídos,
un cofre para acordes de guitarra.
Pero traigo aquí entre mis anhelos,
las ganas de que sólo tú llenes mis vacíos.
hay un espacio donde caben los días.
Tengo sitio para bienvenir,
tengo un lugar por ocupar.
Hay aquí entre éstas cuatro paredes,
espacio dónde acomodar interminables pláticas.
Poseo en estos ansiosos labios,
una bodega para besos.
Tengo en ésta ávida piel,
la temperatura para unas manos.
Sobra aquí en esta cama,
un área ni muy grande, ni muy pequeña.
Llevo a diario en mis ojos,
un espejo para miradas.
Guardo entre mis brazos,
un espacio donde cabe la eternidad.
Atesoro en mis oídos,
un cofre para acordes de guitarra.
Pero traigo aquí entre mis anhelos,
las ganas de que sólo tú llenes mis vacíos.
viernes, 30 de marzo de 2012
Vehemencia
Que no le falten tus manos a ésta piel, urgente de ti.
Que no basten tus besos para calentar mis labios.
Regálale a cada espacio recóndito de mi cuerpo una caricia diaria.
Provoca cada uno de mis sentidos, despiértame.
Ahoga mi pasión bajo suave satín.
Que el deseo de mis manos rasgue tu espalda.
Que la sangre encuentre el punto de ebullición para que la física haga lo suyo y pueda llover mi sexo.
Y que entre gemidos y gritos, pueda yo reconocer tu voz.
Acorrálame, embísteme, violéntame.
Todo esto para que me llames tuya, para que tu nombre viva en mi piel.
Que no basten tus besos para calentar mis labios.
Regálale a cada espacio recóndito de mi cuerpo una caricia diaria.
Provoca cada uno de mis sentidos, despiértame.
Ahoga mi pasión bajo suave satín.
Que el deseo de mis manos rasgue tu espalda.
Que la sangre encuentre el punto de ebullición para que la física haga lo suyo y pueda llover mi sexo.
Y que entre gemidos y gritos, pueda yo reconocer tu voz.
Acorrálame, embísteme, violéntame.
Todo esto para que me llames tuya, para que tu nombre viva en mi piel.
jueves, 29 de marzo de 2012
Búsqueda
Busco a cualquier persona que no tenga tus facciones, que no lleve tu mirada, que no posea el timbre de tu voz. Busco a cualquiera que ni siquiera guarde tus mismas aficiones.
Busco a cualquiera que no me conduzca a ti.
Busco a alguien para olvidarte, para probarme que en otros labios no te necesito.
Busco quien se ocupe de ese terreno que dejaste abandonado en mí, busco quien habite esa casa, quien comparta la cama; busco amaneceres en otros brazos.
Busco éxtasis en otros cuerpos y besos que no me sepan a la miel de tu boca.
Busco a alguien que no ostente tu recuerdo.
Busco, deseando no encontrar.
Busco a cualquiera que no me conduzca a ti.
Busco a alguien para olvidarte, para probarme que en otros labios no te necesito.
Busco quien se ocupe de ese terreno que dejaste abandonado en mí, busco quien habite esa casa, quien comparta la cama; busco amaneceres en otros brazos.
Busco éxtasis en otros cuerpos y besos que no me sepan a la miel de tu boca.
Busco a alguien que no ostente tu recuerdo.
Busco, deseando no encontrar.
miércoles, 22 de febrero de 2012
Decirte adiós.
Hoy desperté con nuevos bríos, con esas ganas nuevas de querer hacer cosas, salir, respirar y ser feliz.
Me puse a pensar que quererte, ya es algo obsoleto.
Así que decidí dejar de amar a aquel tipo de cabello largo y anillos en las manos, al hombre que llevaba su libretita a todos lados para escribir versos y poemas a su "musa". A partir de hoy dejo de amar al sujeto extremadamente delgado, al de dedos largos que tocaba guitarra. Hoy dejé de quererte, así sin más.
Tomé valor para decir: " ya no quiero querer al fantasma aquel que rige mi vida" Y así, de la nada dejé de prometerte mís días, mis letras. Mi vida, mi todo.
Te dejé ir.
Te vi partir, pero no fue doloroso, al contrario, fue casi emocionante, fascinante.
Vuelvo a sentir esa adrenalina por hacer algo nuevo.
Hoy decido querer al que ahora eres, decido amar los triunfos que tuviste cuando yo no estaba, decido enamorarme de tus brazos con dibujos que no conocía, me inclino ante los logros que obtuviste lejos de mí.
Decido amar al que eres hoy, a la persona en la que te convertiste estando yo a la distancia.
Basta de amar fantasmas, hoy me rindo ante un cuerpo lejano, pero real.
Hoy me doy, me entrego y me proclamo como la persona que ama hasta tus ausencias; la que ama ésta lejanía que vuelve tan real la espera.
Porque te espero y lo sabes, porque sé que más allá de las otras vidas y la estratósfera (más allá que quiere decir más acá, en ésta vida), te tendré algún día.
Hoy me enamoro de quien eres, del hombre diferente y cambiado de cabello corto, del de sonrisa apagada y lejana, pero firme. Hoy amo al sujeto de éste presente, más que al tipo aquel de cabello largo y lágrimas negras dibujadas en su rostro
Hoy te amo a ti. Y te doy la bienvenida.
Me puse a pensar que quererte, ya es algo obsoleto.
Así que decidí dejar de amar a aquel tipo de cabello largo y anillos en las manos, al hombre que llevaba su libretita a todos lados para escribir versos y poemas a su "musa". A partir de hoy dejo de amar al sujeto extremadamente delgado, al de dedos largos que tocaba guitarra. Hoy dejé de quererte, así sin más.
Tomé valor para decir: " ya no quiero querer al fantasma aquel que rige mi vida" Y así, de la nada dejé de prometerte mís días, mis letras. Mi vida, mi todo.
Te dejé ir.
Te vi partir, pero no fue doloroso, al contrario, fue casi emocionante, fascinante.
Vuelvo a sentir esa adrenalina por hacer algo nuevo.
Hoy decido querer al que ahora eres, decido amar los triunfos que tuviste cuando yo no estaba, decido enamorarme de tus brazos con dibujos que no conocía, me inclino ante los logros que obtuviste lejos de mí.
Decido amar al que eres hoy, a la persona en la que te convertiste estando yo a la distancia.
Basta de amar fantasmas, hoy me rindo ante un cuerpo lejano, pero real.
Hoy me doy, me entrego y me proclamo como la persona que ama hasta tus ausencias; la que ama ésta lejanía que vuelve tan real la espera.
Porque te espero y lo sabes, porque sé que más allá de las otras vidas y la estratósfera (más allá que quiere decir más acá, en ésta vida), te tendré algún día.
Hoy me enamoro de quien eres, del hombre diferente y cambiado de cabello corto, del de sonrisa apagada y lejana, pero firme. Hoy amo al sujeto de éste presente, más que al tipo aquel de cabello largo y lágrimas negras dibujadas en su rostro
Hoy te amo a ti. Y te doy la bienvenida.
lunes, 30 de enero de 2012
Romanticismo
"El romanticismo fue, pues, un estilo de vida cuyos rasgos más característicos son los siguientes:la imaginación y la sensibilidad serán bandera frente a la razón y la intelectualidad; el ansia de libertad se manifiesta en contra de todas las formas impuestas que coartan en el individuo la propia esencia de sí mismo; el instinto y la pasión conducen al ser humano a un entusiasmo exagerado o a un profundo pesimismo.En el caso de conducir al hombre al sentimiento pesimista, provoca en el romántico la huida."
Y así ibas por el mundo, dándole prioridades a sentimientos, amando cada día, cada instante. Regalándome besos y poesía a borbotones. Pero quisiste quedarte en tu romanticismo absurdo, en tu fatalidad anunciada.
Preferiste perderme dos, cinco, diez veces antes de dejar éste teatro donde los dos sufríamos; donde lloré hasta doblarme de dolor. Tú, tan amante del romanticismo, querías volverlo todo tan fatalista, sólo para sentir. Llevaste al límite nuestra historia. Y ahora después de tantos años de desencuentros, de extrañarnos hasta la piel; ahora aún me dueles, te grito, te callo, te busco... y como siempre, no te encuentro.
No te encuentro porque tú no deseas ese encuentro, porque prefieres seguir jugando al romántico enamorado, al de las rosas azules marchitas. Elegiste vivirme de lejos y que yo sea tuya sólo de forma escrita.
Con mis letras te hago el amor, con mis letras te busco y te extraño y te pido que vuelvas. Pero quieres seguir en tu mundo lírico, prefieres tenerme en universos oníricos que jamás conoceremos.
Y yo aquí, que sigo necesitándote tanto como si todo hubiese sido ayer...
Pero, a fin de cuentas... ¿qué sería de nuestra historia sin la magia de mantenernos lejos el uno del otro? Si el encanto de nuestra historia radicaba en que ni tú serías mio, ni yo sería tuya, jamás.
Y te odio y te reprocho mil veces por eso. Y como bien lo dije, te vuelvo a odiar sólo para volverte a amar, para reafirmar éste estúpido amor inútil, éste amor que ya creo obsoleto y que sin embargo dirige mi vida.
Éste amor por ti que no me deja, que aparece con el sol cada mañana y se duerme en mi cama todas las noches, sin dejarme libre una sola vez.
Estás aquí, estás aquí aunque te vayas, aunque te escondas, aunque no me busques, aquí te tengo.
Y aun así te pido un encuentro, uno sólo.
No más romanticismo. Deja de huirme. Búscame.
Regálame jardines de frescas rosas azules, regálame encuentros, tardes, noches, besos.
Obséquiame miradas, caricias, deseos.
Aquí te espero, como siempre, como cada día, como cada año; aun a pesar de todo.
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