jueves, 29 de julio de 2010

Maravilla...

Me encanta observar a los niños, sobre todo a los niños más pequeños.
Son tan perfectos...
Siempre me hacen pensar que es increíble que sean "personitas". Gente chiquita.

Me gusta verlos cuando se llevan algo, lo que sea, a la boca en su instinto por conocer el mundo; me gusta cuando están aprendiendo a caminar, esos pasos diminutos que realmente son gigantes si los vemos desde otro punto. No me cansaré de repetir: son tan perfectos.
Se ven tan chiquitos y sin embargo son una grandeza.

Me maravilla que esos seres puedan moverse inquietamente, caminar, bailar, sonreir; que posean la facilidad para asombrarse de todo lo que hay a su alrededor. Seres perfectamente hechos y con unas mentes tan brillantes que ya quisiéramos tener muchos "adultos". Y es que no concibo cómo es posible que un ser tan pequeño pueda cambiar tanto cuando crece. Cómo es posible que sean tan frágiles, divertidos, faltos de malicia, tan asombrosos y asombrables; juguetones, cariñosos, inteligentes, atentos; que tengan una larga lista de virtudes y conforme van creciendo ellos, la lista es la que se va haciendo pequeña.
Cómo nos llenamos de egoísmo, malicia, soberbia, indiferencia, mentira; somos capaces de hacer cosas a sangre fría: desde engañar a nuestra pareja, cometer un robo, un fraude, hasta cometer un asesinato. Así, sin más ni más.

¿En dónde queda el ser sorprendente que alguna vez fuímos?

Ojalá algún día pudiéramos recuperar cada uno de nosotros esa esencia de niño con la que llegamos a éste mundo.

Por lo pronto, seguiré prefiriendo embelesarme admirando "gente chiquita".


(Ian y Azul.... los amo. Mis niñitos hermosos)

miércoles, 28 de julio de 2010

Tan sólo por escribir...

No busco seguidores, no busco nada más que el simple hecho de escribir y vaciar mi alma....
A veces, casi siempre, me lleno de nostalgia; del tiempo... de lo que fue, de lo que ya no soy.
Siento que me perdí hace muchos ayeres, hace muchas lunas... fui dejándome y abandonándome en muchos lugares y ahora ya no sé por donde buscarme, a ratos ni siquiera sé si me quiero buscar.

No es que me sienta infeliz, creo que cuando no se está, tampoco se puede ser; yo no puedo ser infeliz; simplemente porque no estoy.
Me fui dejando. ¿Dónde me quedé, dónde me perdí?
Me duelen tantas cosas, soy fría, pero soy sensible; soy absurdamente incongruente.

Lloro por los niños que sufren, por los golpeados, por los muertos; lloro la injusticia, pero ya no lloro por mi, lloro por los demás. Mis lágrimas no me sirven para lo que yo vivo y tampoco es que tenga una vida horrible, no, mi vida no es horrible.
MI vida está llena (gracias a Dios) de amigos, de familia, de mis hijos, de un buen trabajo, pero algo, algo aquí dentro tortura mi alma y es porque no estoy.

Una vez alguien me decía que las estrellas que vemos en el cielo, ya dejaron de existir desde hace mucho, que lo que vemos son como fantasmas. Eso siento que soy yo. Un fantasma... todos me pueden ver, pero yo ya dejé de existir. Vivo, pero como en penumbras, algo me falta. me falto yo.